Faltan poco menos de dos meses para el cierre de listas, cuatro para las PASO nacionales y seis hasta la primera vuelta. El calendario electoral que Cambiemos repasó ante inversionistas extranjeros, buscando tranquilizar al mercado, que el presidente Mauricio Macri definió como “tipos que están lejos (…) frente a una computadora”, no habría sido demasiado exitoso.
Pese a lo indiscutible de la realidad, que falta un abismo hasta los comicios, que definirán al próximo presidente del país y que en Argentina medio año es absolutamente impredecible, la sensación es de caos. Caos económico, donde el único objetivo es contener al dólar, que insiste en crecer, como las dudas sobre la gestión de Macri. Caos político, donde empresarios piden abiertamente que el líder de Cambiemos no busque la reelección.
Rumores de cambio de gabinete, de ministros y jefes de campaña en crisis, de amenazas de ruptura con socios de la coalición de gobierno y ahora, también, con sospechas sobre los propios hombres y mujeres del PRO. En definitiva, hay una crisis interna que es mayor que todas las demás. Principalmente porque el gobierno no consigue frenar la seguidilla de errores no forzados que mantiene, a la falta de resultados económicos, robando protagonismo a la disputa política, donde Cambiemos podría aprovechar las dotes de la dupla Marcos Peña-Jaime Durán Barba.
Las críticas públicas que hacen los dirigentes de la Unión Cívica Radical las repiten, en privado, dos pesos pesado: Horacio Rodríguez Larreta y María Eugenia Vidal. Sus diferencias tienen un componente maquiavélico: los dos encabezan la grilla de posibles aspirantes al cargo de Macri, si no ahora, en 2023.
Quizás por eso no las hagan públicas. En la Casa Rosada saben de sus reparos a la gestión económica, y la desconfianza se adueñó de un equipo que supo ser novedoso y hoy naufraga en un mar de dudas.